lunes, 10 de octubre de 2011

Nunca quise ver lo que estaba pasando.

Ahora me doy cuenta de que tú eres el único que siempre estará ahí, que nunca me fallará. Pero hoy la realidad me dio una bofetada. Y me recordó que nada había pasado, que todo seguía siendo un sueño y mis pesadillas empezaban a cobrar demasiado peso emocional.
Así que decidí cortar el problema de raíz. Me enfadé conmigo misma y ahora estoy escribiendo estas líneas desde aquel lugar, donde prometimos querernos hasta morir. Apareces por un lado de la pradera y tras caminar hasta mi, me abrazas.
-Perdóname.
-Por qué tendría que hacerlo? No te lo mereces.
-Porque sabes que no puedo vivir sin ti, que todo el mundo tiene días malos, pero yo tengo temporadas. Cuando estoy contigo, se me pasan todos los males, me haces feliz.
-Anda deja de hablar.
Giré la cabeza y te miré a los ojos. Sonreí y te besé un momento.
-Estás perdonado, pero no del todo.
Muerdes mi boca.
-Como que no? -me duele la lengua, por tu culpa, morirás entre terribles sufrimientos-. Me adoras.
-Cierto -suspiro-. Qué bien me conoces joder.
Dejo el portátil en el suelo y tiras de mi hasta colocarme sobre tu cuerpo.
Y entonces todo desaparece, tú y yo somos el mundo y nos sobra aire para respirar.