
La añoranza ya me aplasta, no me deja pensar. La tensión disminuye, poco a poco, al igual que mi ritmo cardíaco. Ahora sé queme acerco poco a poco a la puerta que un día no me atrevía cruzar. Tú me salvaste entonces, pero dónde estás ahora? La verdad, me hubiera gustado despedirme pero no puedo. Lo siento. Te quiero.
Es la primera vez que entroa a tu blog y me gusto como escribes Te sigo!!
ResponderEliminar