

Hoy, ha llegado ese momento. El momento de salir a la calle, a buscarle en cualquier lugar, encontrar su sonrisa, ese destello en sus ojos, su calor. Porque te mereces ser feliz y sé que vas a ser feliz con él. Por eso, deja de usarme de psicóloga y no pienses tanto. El instinto es un guía más fiable que la razón.
Abandono la habitación, y salgo a la calle, a buscar aire puro.
Le encuentro, con sus amigos, dando una vuelta. Y se me para el corazón, me tiemblan las piernas. Camina despacio, solemne, como si quisiera congelar ese momento. Siento sus brazos rodeando mi cintura, acercándome a él. Respiro, nerviosa. Intento articular alguna sílaba, pero no puedo.
-Shh. -me besas y siento que vuelo, muy alto, hasta límites inimaginables. Pero vuelvo a la tierra, atraía por tus dedos, que se deslizan por mi brazo hasta encontrar mi mano.
Entonces suena un grito y abro los ojos. Otro día más. Ha sido sólo un sueño. Golpeo la almohada y pienso en dónde estarás. La misma escena sucede en dos sitios a la vez. La rabia y las aspiraciones fluyen por dos cuerpos y almas, hechas la una para la otra. Pero ellos todavía no lo saben.